Jorge Alberto Hidalgo Toledo
Resumen
En los hipermedios, fluyen los lenguajes, se mezclan y
surgen nuevos; se resignifica el mundo; se construyen nuevos mitos
fundacionales; se adaptan artefactos; se construyen monumentos, templos… se
alzan civilizaciones. Hoy nos encontramos insertos en una mediósfera; en un territorio existencial plagado de medios.
Despertamos con ellos, vivimos entre ellos, fluimos por ellos. La vida se ha
vuelto un hipercomplejo sistema de mediaciones, de codificación y búsqueda de
sentido a través de procesos discursivos, comunicacionales. En esa mediópolis se ubica el hombre
contemporáneo; en ese nuevo horizonte, las personas intentan encontrar su lugar
en el mundo, ser en el mundo.
La comunicación se ha vuelto
la onda expansiva, la revolución simbólica que ha llevado al hombre a construir
hábitats de significación. En esa ecología mediática el hombre ya no es el
mismo. Su interacción con la realidad se ha tornado hipercompleja. Con los
medios y desde los medios, establece nuevos procesos de percepción, cognición,
memorización, realización… Hoy estamos ante un Homo Signis Digitalis, un sujeto significante, referencial,
simbólico que nutre su ser a través de interacciones mediadas que fluyen de los
entornos físicos a los virtuales. Esta interacción del mundo a través de
interfaces comunicativas ha generado transformaciones económicas, políticas,
culturales, sociales e incluso espirituales. Por tanto, se vuelve vital
replantear cuestionamientos básicos de orden antropológico para entender la
condición humana en el entorno digital. ¿Cómo se presenta este nuevo sujeto
ante los otros en un mundo hipermedial?, ¿qué tipo de interacciones establece
con el mundo y con los otros a través de estas interfaces culturales que son
los medios?, ¿cómo se construye la identidad en un entorno hipermedial?, son
algunas de las preguntas que circulan a lo largo de este trabajo de
investigación
Palabras
claves: identidad, identidad mediática, nuevos medios, mediatización, hipermediaciones.
HIPERMEDIATIZACIÓN: PRÁCTICAS
PERFORMATIVAS Y CAMBIOS ESTRUCTURALES EN LA CONSTRUCCIÓN DE LAS CONSTELACIONES
E
I-DENTIDADES HIPERMEDIALES
Introducción
"Mis hijos y
sus amigos (adolescentes todos) utilizan los medios para informarse
(no consultan
enciclopedias en papel nunca), hacer la tarea, ponerse de acuerdo con los
compañeros (ya no llaman por teléfono, todo es vía Skype, Facebook, Whatsapp),
juegan en
solitario o en partidas online, piden permiso, ven películas o series, escuchan
música, estudian, hacen exámenes rápidos, el mayor platica con la novia,
socializan, toman
notas, en lugar de copiar la información, toman una foto.
No conciben el
mundo sin internet, computadoras, televisión, celulares,
en términos de que
no imaginan cómo era vivir sin eso”
Los medios se han vuelto omnipresentes, se han extendido
por todos los rincones y momentos de la vida. Las personas han establecido
fuertes vínculos con ellos, configurando relaciones personales y grupales. Los
medios se han vuelto un territorio, un escenario más
en el que necesitan presentar su yo a
los demás. En los medios, los jóvenes conectan sus ideales, motivaciones e
intereses. En los medios se están estableciendo nuevas marcas territoriales y
resistencias. Los medios han superado en su distribución y poder, las fronteras
supranacionales y por ende, la lógica del Estado Nación. La emergencia
global de medios e hipermedios en los que se crea, colecta, procesa,
almacena, administra y comercializa información es un fenómeno que se extiende
en todos los niveles y fases de la vida. La sociedad entera se ha vuelto
dependiente de las tecnologías de información. La vida corriente se ha vuelto
una vida mediada, en que los sujetos proyectan y miden sus influencias
mediáticas como lo hiciera un líder de opinión. El yo mediado es capturado por estos medios en los que se
organizan las prácticas y expectativas de la sociedad. Sin embargo, ¿cómo
podemos situar al usuario mexicano en ese mismo fenómeno global?, ¿cómo participa
en esa dinámica? ¿qué tan generalizado está esta vida mediada en nuestro país?
En este texto los lectores podrán dar cuenta cómo los medios y las tecnologías
de información ya están mediatizando la vida de los jóvenes mexicanos. Cómo en
su lógica expansiva y ubicua, la sociedad se está auto-organizando alrededor de
los medios y los ha llevado a los espacios más íntimos de su existencia. La
vida privada, la esfera pública, las interacciones sociales ya ocurren en
entornos de exposición y monitoreo mediatizado. El contexto actual es el del
contacto electrónico y digital. Las tecnologías de información se han vuelto
tan sofisticadas: interactivas, inteligentes, remotas, móviles, hiperconectadas, globales e
invasivas que han configurado estilos de vida y modos de articulación social.
La condición humana se ha tenido que
adaptar a esta nueva forma de vida. Aquí encontrarán gran parte de dichas
transformaciones, los grandes cambios estructurales que se viven en México y que nos permiten
ubicar lo extendido que se encuentra el fenómeno de la vida mediatizada en
nuestro territorio.
La
hipermediatización de la cultura, la sociedad y la existencia
“La vida en red es el complemento de la vida sin red,
encuentro cerca a quienes su espacio y tiempo no los deja estar tanto. Me
entero y me conecto con lo que quiero y con lo que no quiero también: veces una
pérdida de tiempo y otras una ganancia del mismo; y en particular las uso para
expandir mi escritura y hacerla llegar a otros. La vida en la red es como la
vida misma, con sus líneas y sus nudos entre líneas”
(SID91, Huixquilucan,
Estado de México, México)
Los estudios de medios y comunicación
contemplan tres grandes tradiciones al tratar de identificar la influencia de
los medios y los procesos de comunicación: 1) el paradigma de los efectos que analiza el efecto de los medios sobre
las personas; 2) los estudios culturales
en los que se investiga y reflexiona sobre lo que las personas hacen con los medios
y 3) la ecología de medios en la que
se analizan los ambientes creados por medios y demás tecnologías de información
y comunicación estableciendo relaciones casi de orden biológico, simbióticas o
antagónicas con las personas.
Estas tradiciones consideran, por un
lado, estudiar a los medios separados de la cultura y la sociedad o con una
cierta influencia sobre ellos; por otro, el que los medios son concebidos como
instrumentos que sirven para que las personas cumplan ciertas funciones, roles
y fines y finalmente, el que el hombre se desarrolle en un entorno tecnológico
estableciendo relaciones de dependencia cultural y/o mitificación de la
tecnología.
Las personas aún cuando son
contempladas como usuarios activos y competentes para sacar el máximo provecho
de los medios en sus vida diaria viven confrontando los discursos hegemónicos e
interpretándolos mediante un pensamiento crítico de acuerdo a sus bagajes
culturales y sociales.
Las distintas tradiciones centran su
foco en el proceso de comunicación, es decir en la mediación. El mismo Jesús
Martín Barbero rompió con la visión mediocentrista y propuso el paso de los medios a las mediaciones (1987) haciendo ver
la importancia de las prácticas de interacción de los sujetos con los medios.
Posteriormente, Carlos Scolari al teorizar sobre las interacciones digitales y
la apropiación de los hipermedios por parte de las personas en sus vidas
considerando aspectos como la cultura de la convergencia (Jenkins, 2008) y las
audiencias colaborativas (Rheingold, 2004) propone el
paso de las mediaciones a las hipermediaciones (2008) . Stig
Hjarvard (2013) , por su
parte, propone una cuarta ruptura que es el paso de la mediación a la mediatización;
esta apuesta teórica considera que la cultura y la sociedad están permeadas por
los medios y que por tanto, no podemos seguir considerando a los medios como
instancias aparte de las instituciones culturales.
Los medios han adquirido tal nivel de omnipresencia e
influencia que las instituciones culturales y sociales han modificado su
carácter, funciones y estructuras en respuesta a este poder.
Por tanto, la teoría de la mediatización se enfoca en comprender el
paso de la comunicación mediada a las grandes transformaciones estructurales
derivadas de la incidencia de los medios en la cultura y la sociedad
contemporánea, así como los cambios en la secuencia comunicacional (emisor,
mensaje y receptor) y su relación con
otras esferas situadas a lo largo del tiempo y el espacio.
Bajo esta perspectiva, más que
comprender el impacto de los medios en un tiempo y espacio específico, se
preocupan por captar las redefiniciones en las interacciones sociales que se
generan a largo plazo producto de la autoridad de los medios.
Así tenemos a los medios entendidos en
su permanente interacción con la cultura y la sociedad. Ahora bien, en el
momento en que entendemos que la presencia de los medios se ha convertido en
una condición estructural sobre la cual se soportan todas las prácticas culturales,
económicas, políticas y sociales (Livingstone, 2009) en un
contexto digital en el que prácticamente todos los aspectos de la vida se han
mediatizado (Deuze, 2012)
y su presencia se ha integrado con las instituciones y se han diseminado en
tres dimensiones de la vida: la física, la virtual y la mental, constituyéndose
en la principal fábrica de interacciones simbólicas, culturales, económicas,
sociales, políticas y espirituales, convirtiéndose en el territorio (hiperespacio) donde se construyen y se
proyectan las principales prácticas performativas
identitarias, nos encontramos ante el paso de las mediatizaciones hacia las hipermediatizaciones.
La hipermediatización
contempla los grandes cambios estructurales y en las relaciones, cogniciones e
interacciones humanas, derivados de la interacción medios, hipermedios,
cultura, sociedad, instituciones e individuo en las dimensiones físicas,
virtuales y mentales a lo largo del tiempo.
Por tanto, esta texto quiere dar cuenta
de algunos cambios estructurales derivados de la mediatización digital de la
vida en las generaciones mediáticas y su influencia en los terrenos físicos,
virtuales y mentales, es decir, en el ciberespacio de tal forma que se pueda ubicar el lugar del
sujeto en ese mundo hipermedial, así como entender
las vías que ahora tiene para establecer vínculos y relaciones con los otros y
así dotar de sentido el mundo (Ilustración 1).
Fuente: Propia
Los
medios e hipermedios como la
subestructura sobre la que se rearticula el tejido social
“La vida en red es reencontrarme con amigos y familiares.
Conversar y consultar -de manera rápida- temas de mi
interés.
Disfrutar las buenas cosas que comparten los amigos.
Distracción y recreación”.
(SID28, Guadalajara,
Jalisco, México)
La expansión de los medios e
hipermedios en el siglo XX estuvo altamente vinculada con fenómenos como la
urbanización, industrialización, globalización, secularización, modernización e
individualización.
El rol de los medios fue mutando a lo
largo del siglo, pasando de ser instrumentos y vehículos portadores de
contenidos a convertirse en estructuras, soportes e interfaces capaces de
rearticular el tejido social, molderar la opinión púbica y las condiciones
antropológicas.
En la alta modernidad e hipermodernidad, los medios se
reconfiguraron como instituciones, tecnologías y formas estructurales y
estructurantes; es decir, complejas fábricas de construcción simbólica de la
sociedad y la cultura (Ilustración 2).
Medios e hipermedios se han vuelto
omnipresentes y han alcanzado un nivel de independencia tal que se han logrado
colocar en modo supranacional. Su poder está fuera del control de gobiernos,
empresas, instituciones y personas.
El giro
mediático de la sociedad del cual hablaba Gudmund Hernes (1978) daba cuenta
desde mediados del siglo pasado del impacto que estaban generando los medios en
las instituciones y en la relación que establecen con los individuos.
Los cambios se empezaron a ver en la
administración pública, la economía, las instituciones, los partidos y campañas
políticas, la educación, las expresiones religiosas y la organización social.
Los medios modificaron la racionalidad, las categorías,
las percepciones, la conciencia, la opinión pública, los patrones cognitivos,
los modos en que se presenta la realidad o se seleccionan y distribuyen las
experiencias e interacciones sociales. En ese giro se pasó de la forma social a
la forma mediática.
Los medios adquirieron un rol constitutivo, activo y
envolvente capaz de influir, modificar y alterar todas las dimensiones de la
vida. Las formas mediatizadas amplificaron la producción, circulación,
distribución y comprensión de los significados culturales y sociales. Winfried
Schulz (2006) afirma que el
proceso de mediatización en el orden individual e institucional modifica la
interacción humana en cuatro dimensiones: 1) Amplifica las habilidades de
comunicación humana; 2) los medios sustituyen las actividades sociales que
solían realizarse cara a cara; 3) los medios provocan una amalgama de
actividades híbridas que combinan acciones cara a cara y otras mediadas por
dispositivos tecnológicos; y 4) los
medios obligan a que muchos sectores adapten sus comportamientos a las
valoraciones, formatos y rutinas de los medios.
Fuente: Propia
Cambios estructurales e hipermediáticos
en México
México es una nación que cuenta con una
superficie de 1,964,375 km2, subdividido en 2,452 municipios y 187,904
localidades. Según el recuento del Consejo Nacional de Población (Consejo Nacional de Población, 2009) , en 2010 se
registraron 108,396,211 habitantes[2] y 29,549,890[3] viviendas concentrándose el consumo de bienes en 128 ciudades con más de 50,000 habitantes (Ochoa, 2009) .
De acuerdo a los resultados del II
Conteo de Población y Vivienda 2005, hay un
equilibrio (más no equidad) de género en el que 51.3% de la población son
mujeres y 48.7% hombres[4] (Consejo Nacional de
Población, 2005). El 76.5% de la
población radica en zonas urbanas frente al 23.5% que habita en zonas rurales.
Lo que habla de la urbanización del país. El ritmo de crecimiento poblacional
ha disminuido en los últimos años ubicándose en 1.0% a diferencia del 1.6% que registró un lustro antes[5]
(Ilustración 3).
Un tema
a considerar vinculado con la tasa de natalidad es el envejecimiento de la población pasando del 7.1% (2000) al 8.1% en 2005 en los
mayores de 60 años. De acuerdo a la distribución porcentual de la población por
grupos de edad identificada del 2002-2005, se redujo la población infantil y
adolescentes (0 a 14 años) de 34.2% a 31.5%; de jóvenes (15 a 29 años) de 28.5%
a 27%; mientras que de adultos jóvenes (30 a 44 años) creció de 19.6% a 21%; y
de adultos (45 a 59 años) 10.5% a 12.2% (Ilustración 4). Esto es una tendencia
creciente y que se verá reflejada en el acceso a la educación, al consumo de medios, apropiación de tecnologías de información y modos de socialización a través de estas
herramientas tecnológicas.
Fuente: INEGI, II Conteo de
Población y Vivienda, 2005
El envejecimiento de la población no sólo representa un desafío para las
instituciones sino también para las organizaciones vinculadas con los sectores
de servicio, educación, entretenimiento e información. Reto ligado a los
procesos de educación y alfabetización de la población para ser partícipes de los
beneficios de la sociedad de la información.
Fuente: INEGI, II Conteo de
Población y Vivienda, 2005
El mismo informe del INEGI presenta un panorama aparentemente alentador
ya que decreció del 10.2 al 8.4% el porcentaje de la población mayor de 15 años
sin estudios y se incrementó del 10.9% (2002) al 13.6% en 2005. Los indicadores
educativos hablan de una ampliación en la tasa de asistencia escolar a
servicios de educación básica pasando del 91.3% del año 2000 al 94.2% en 2005;
incremento de casi 210 mil niños entre los 6 y 14 años. A diferencia, la población
mayor a 15 años decreció pasando del 10.2% al 8.4%; recuperándose en lo
referente al acceso a estudios superiores donde se registró un aumento al pasar
del 10.9% al 13.6% en 2005.
Los niveles de acceso a la información, a las
tecnologías de información y comunicación (TIC’s) están en una
parte relacionados con el nivel educativo, la influencia y presión de pares, el
rendimiento creciente en el mercado que posibilita la democratización relativa al
acceso a las tecnologías de información[6], el grado de
cooperación e interacción derivado del uso de las TIC’s en el aula, en
el pago de servicios públicos y en el
acceso a información para toma de mejores decisiones en el ámbito personal,
familiar y social
Un tema fundamental para esta
investigación, es el ensanchamiento del número de viviendas habitadas que para el año 2005 fue de 24.7
millones y que se estima sea para el 2020 de 36,286,303 millones. El incremento
en número de viviendas ha detonado el alto de crecimiento de edificios
departamentales, la disposición de energía eléctrica, agua potable, sistemas de
drenaje, servicios de transporte.
Ligado
al incremento de los espacios habitacionales hay una reducción del promedio de
ocupantes por vivienda que descendió de 4.4. a 4.2 personas por hogar. El menor
número de hijos, las condiciones particulares de las viviendas y el estilo de vida urbana aumentó el
equipamiento electrodoméstico de las viviendas en forma importante. Mientras
que en el año 2000 el 85.9% de los hogares contaban con televisión, en 2005
pasó a 91%; 68.5% contaba con refrigerador creciendo al 79%; 52% de las
familias tenía lavadora para que en 2005 62.7% tuviera una en su vivienda (Consejo
Nacional de Población, 2005) .
Un cambio notorio y relevante para esta
investigación fue el paso del 9.3% al 19.6% de viviendas con computadora (Ilustración 5)
Fuente: Sigmarket Knowledge Bank 2006-2007 en Conexión Media Data 2008
Es preciso mencionar que el rubro
comunicación representa una parte considerable en la distribución del gasto por
sectores socioeconómicos[7];
en este caso el 3.4% del sector A/B; el 4.1% del C+; el 4.3% del C; el 4.2% del
D+; el 3.2% del D; y el 2.0% del E (López Romo,
2008)
(Tabla
1).
Ahora
bien, ¿cómo se da el consumo de medios en relación a la posesión de bienes en la
vivienda mexicana? En 2009, Sigmarket Knowledge Bank (Ochoa, 2009)
reportó los medios a los que más acceso tiene la población Mexicana y son:
Radio (100%), Televisión a color (82%), Teléfono fijo (58%), CD (51%), Video
casetera (44%), Teléfono celular (54%), Cámara fotográfica (46%), PC (43%), TV
de paga (23%) y Videojuegos (17%). Medios como Internet, telefonía celular, televisión de paga, computadoras y videojuegos han sido los de mayor crecimiento en los
últimos tres años. Tanto así que el World Internet Project afirmó en 2013 que
en México 59.2 millones de personas usan
Internet.
Tabla 1: Equipamiento de
comunicación por Niveles Socioeconómico. Encuesta Nacional de Ingreso y Gastos
2004 (Porcentajes)
|
TOTAL
|
A/B
|
C*
|
C
|
D*
|
D
|
E
|
Total TV color y Blanco y
negro
|
97.8
|
99.2
|
99.5
|
99.3
|
98.7
|
95.8
|
89.6
|
Tv Color
|
94.3
|
98.8
|
99.1
|
98.3
|
95.5
|
89.6
|
74.7
|
TV Blanco y negro
|
9.8
|
7.3
|
7.8
|
8.1
|
9.9
|
11.3
|
17.6
|
Total video + dvd
|
61.1
|
94.7
|
86.3
|
80.8
|
53.9
|
36.1
|
23.8
|
Videocasetera
|
46.7
|
80.4
|
71.8
|
66.8
|
37.0
|
22.4
|
19.0
|
DVD
|
37.9
|
76.2
|
60.0
|
47.8
|
30.0
|
21.0
|
8.0
|
TV de paga
|
24.5
|
69.6
|
48.7
|
29.5
|
16.1
|
6.8
|
2.0
|
Estereo y minicomponente
|
67.6
|
88.6
|
81.1
|
78.5
|
65.7
|
52.1
|
40.0
|
Reproductor de CD
|
20.1
|
40.0
|
33.8
|
24.7
|
15.8
|
10.5
|
4.4
|
Radiograbadora con CD
|
28.7
|
48.8
|
39.3
|
32.5
|
25.6
|
20.1
|
13.7
|
Radiograbadora sin CD
|
15.7
|
16.1
|
13.8
|
15.1
|
14.6|
|
17.6
|
21.0
|
Teléfono
|
63.4
|
96.3
|
86.1
|
78.1
|
64.5
|
35.8
|
13.0
|
Celular
|
47.2
|
81.9
|
71.3
|
54.6
|
38.5
|
32.6
|
22.5
|
Internet
|
11.9
|
54.9
|
29.1
|
10.8
|
3.9
|
1.3
|
0.7
|
Fuente: (López Romo, 2006)
Un tema importante a considerar es que
aún cuando la tasa de crecimiento de la población ha disminuido la industria
mediática sigue en expansión consolidando la presencia y
penetración de los medios tradicionales de comunicación e impulsando el desarrollo de
los nuevos medios. Ello se puede ver en el uso y consumo que se está haciendo de los bienes de consumo
ligados con los medios e hipermedios.
Sin duda, México ha sufrido una serie
de cambios estructurales en el ámbito social y cultural vinculados con:
la distribución geográfica, la urbanización
de las poblaciones, la edad de su
habitantes, el acceso a los servicios públicos y educativos, la reconformación
de la vivienda y el incremento de los bienes de consumo mediático en la familia.
Aunado
al cambio estructural de la población mexicana, la industria
mediática se ha reconfigurado en función de los nuevos
hábitos de consumo mediático e hipermediático. Los usos,
consumos y apropiaciones[8]
de los medios e hipermedios han cambiado. Los tipos de receptores y formas
de recepción son otros. Los hábitos mediáticos se han reconfigurado derivado de la gran
oferta de medios ampliando los niveles de segmentación, especialización
y fragmentación de las audiencias[9].
En
México, como en gran parte del mundo, se está viviendo un gran cambio en los
estándares de uso y consumo mediático. Como se puede
ver, el uso de las tecnologías de información y comunicación siguen proliferando modificando las prácticas
comunicativas y los procesos de comunicación[10].
Particularmente las audiencias de los medios tradicionales se están reduciendo debido a la incorporación
de las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC´s) como lo son:
Internet, las grabadoras
de video digital (DVR, por sus siglas en inglés), videojuegos, dispositivos
móviles, DVD,
reproductores de música portátil, computadoras personales, la web 2 y 3.0. Esta
multiplicidad de ofertas en medios, canales y plataformas hace más visible la
fragmentación de audiencias, la transición y coexistencia
entre medios e hipermedios, la activa
renovación de usos y estrategias, el uso extensivo de las TIC y su
incorporación en el entorno doméstico, el ámbito
profesional, educativo, económico y cultural.
Los porcentajes y tiempos de exposición
de los medios tradicionales están variando; la presencia de nuevas
tecnologías en el hogar cada vez es mayor; el consumo de televisión ahora se reparte en las
modalidades abierta y paga con sus subdivisiones de cable y satelital, sin
contar el share que roba la
televisión convergente o por internet a la misma; la concentración de medios y canales convive con la economía y
distribución de cola larga (long tail[11]); el compromiso
de las audiencias (engagement) está variando
radicalmente en el proceso de secuencia tradicional (atención-interés-deseo-acción).
Es notoria la gran penetración que
mantienen en las diversas zonas geográficas los medios tradicionales como la radio, televisión y
medios impresos en relación con Internet; sin embargo, la participación
local de Internet en algunos estados de la República es directamente
proporcional a la participación nacional de medios.
En el Estudio Local de Medios de IBOPE AGB sobresalen las ocho horas y quince minutos que
se mantiene encendida la televisión en el país (Luna, 2007) , existiendo
algunas ciudades como Monterrey que consumen hasta nueve horas; considerando
que el promedio de exposición al mismo medio es de 4.5 en todo el país.
Internet, por su parte, es
uno de los medios de mayor crecimiento gracias a las facilidades de conexión
que ofrece, ya sea desde una oficina, un cibercafé o el mismo hogar.
Millward
Brown México, por su parte, presentó en Julio de 2008 el Estudio de consumo de medios digitales en México, donde dejó ver cómo 3
de cada 10 mexicanos acceden a Internet (Álvarez Kuri, Rodríguez, Lozano, & Bran, 2009) . Navegan en
promedio 17.2 veces por mes. En este informe se hace notar que por su poder
adquisitivo, los internautas representan cerca de
la mitad de los ingresos totales de las poblaciones urbanas.
En
relación al perfil del cibernauta mexicano es notorio que 61% de ellos son
hombres; 39% mujeres. Los rangos de edad se ubican de la siguiente forma
(Ilustración 6)
Ilustración 6: Consumo de medios digitales en México por rango de edad
Fuente: (Álvarez
Kuri, Rodríguez, Lozano, & Bran, 2009) .
Lo
que deja ver el acceso de miembros más jóvenes al uso de esta herramienta
tecnológica. En relación a su nivel socioeconómico
destacan los niveles ABC+ (Ilustración 7)
Fuente: (Álvarez
Kuri, Rodríguez, Lozano, & Bran, 2009)
Llama
la atención que para los niveles socioeconómicos bajos, no contar con una
conexión a Internet en el hogar no es una restricción puesto que
más del 6% ingresa desde un café a internet.
Los
principales sitios desde donde ingresan se ubican: 53% desde el hogar; 34% del
trabajo; 3% del lugar de estudio y 2% desde casa de un conocido. La
incorporación de las tecnologías de información y comunicación en el hogar permite hablar de nuevas formas de
acceso, de una aplicación individualizada, de nuevos escenarios de uso[12],
de un favorecimiento de la comunicación individual e interpersonal y de la
gestión independiente y personalizada.
En
este mismo estudio se perciben como principales actividades en línea: 78%,
envío de correos; 63% búsqueda de información; 49% chateo y mensajería
instantánea; 33% lectura de noticias en línea,
actividad a la que dedican 21.6 minutos. Hay que notar que el cibernauta realiza actividades multitask.
Efectivamente,
destaca el consumo que hacen de las principales plataformas online internacionales o las
pertenecientes a los grandes conglomerados mediáticos nacionales. Basta ver que los usuarios
emplearon en el último mes previo al estudio los siguientes sitios: 91% Google, 50% Yahoo!, 31% Prodigy MSN, 6% Altavista, 5% Esmas y 5% Terra.
Por su parte, en 2008, Consulta
Mitofsky (Pena, 2008) registró que 39
de cada 40 mexicanos tienen televisión en su casa y la mitad tiene más de un
aparato receptor; el 40% de la
población cuenta con teléfono celular (lo que equivale a uno de cada ocho ciudadanos
-la mayoría entre adultos jóvenes); algo similar ocurre con los reproductores
tipo iPod o Mp3, de los cuales uno de cada cinco
mexicanos los posee; mayor es la proporción de mexicanos que cuentan con una
consola de videojuegos (una sexta parte). Así tenemos que uno de cada
11 mexicanos posee las cuatro principales tecnologías de convergencia, mientras que la
proporción aumenta de uno de cada cinco que poseen tres de ellas.
IBOPE deja ver en su informe que la Televisión
abierta cuenta con un 90% de penetración y es
consumida por los segmentos de edad entre los 13-18 y los 45-64 años,
prefiriendo principalmente las telenovelas (22%), programas de revista (16%) y
películas (15%); la televisión de paga es consumida en su mayoría por el segmento de
13 a 18 años y buscan en ella entretenimiento (17%), cultura (15%) y películas
(13%) (Luna, 2007) .
La prensa es consultada por lo menos una vez a la semana
(48%) por el segmento de 25 a 44 años como medio de actualización e información
de la vida diaria destacando el consumo de material de deportes y espectáculos.
Mientras que las revistas son consultadas, al menos una vez al mes (43%)
en un 41% para informarse sobre espectáculos. La radio es sintonizada en un 83% en emisoras de FM en
el hogar (70%) ya que funge como compañía. El medio de mayor entretenimiento
sigue siendo el cine, con gran
penetración en el segmento juvenil (13 a 24 años); aún cuando la población
asiste 1.9 veces al año el mayor consumo se da en casa a través de la tv de
paga y los servicios de renta (Luna, 2007) .
En Mayo de 2009 la Asociación Mexicana
de Internet (AMIPCI) reportó la presencia de 27.6 millones de
internautas en México, con un crecimiento de 16.4% en
relación al año anterior (2007), ubicando 22.7 millones en las zonas urbanas.
Es importante señalar que 6 de cada 10 jóvenes entre los 12 y 19 años son
usuarios de internet. Aún cuando los
niveles de acceso en México no logran los niveles de equidad deseados llama la
atención la presencia de 44% de internautas mujeres (56% hombres) y un 44%
ubicados en los sectores D+ y DE (29% y 15% respectivamente) y siendo el D+ el
de mayor crecimiento en el último año.
Los mexicanos, según el estudio AMIPCI, se exponen en
promedio 2:54 horas usando 7 de cada 10 la red para mandar correos
electrónicos; mensajería instantánea (6 de cada 10) y chatear (4 de cada 10).
Considerando
el uso y consumo de medios es claramente identificable la apropiación que existe de Internet por parte de los jóvenes y demás menores de
edad. En el terreno nacional comparativamente se tiene que Internet es hoy día
el tercer medio de mayor exposición después de la Televisión (4h:30m) y la
radio (3h:48m), por encima de las revistas (1h:54m) y los diarios (54m). 92% de los
usuarios consideran a Internet más indispensable por encima del celular y la
televisión; siendo que 96% de los internautas poseen un celular (Estrada & Villegas, 2006) .
En
(2013) el escenario
se ha modificado considerablemente, de acuerdo al reporte del World Internet
Project: 50% del área centro tiene acceso a internet, 51% del Sureste, 51% del
área noroeste, 51% del Bajío, 53% del área Norte y 67% del DF y el área
Metropolitana. Más de 9 millones son nativos digitales (menores de 12 años) y
el 42% de los usuarios tienen entre 12 y 25 años; 26% están entre los 26 y 39
años; y 16% se ubican entre los 40 y 70 años. El mayor crecimiento en la
penetración de internet se está dando en el nivel socioeconómico D+ donde el
47% tiene acceso a internet y el sector AB/C+ participa en un 73%, mientras que
el C Tìpico 60% y el D- 39%. Sobresale el que casi el 98% de los hogares con
Nivel Socioeconómico alto cuentan con al menos un usuario de Internet. El hogar
(84%) y los cafés internet (40%) siguen siendo los puntos de conexión más
importantes. No obstante, ha sido gracias al uso del teléfono celular que 64%
de los usuarios en México se conecten a través de esta tecnología. En promedio
los mexicanos pasan 41.3 horas semanales consumiendo internet, mientras 12.8
horas televisión, 13.8 radio y 3 periódicos. Internet se ha vuelto el medio más
importante para mantenerse informado (78%) contra 55% de la televisión, 53%
periódicos, 50% radio y 25% revistas; fenómeno similar ocurre con el tema del
entretenimiento donde el 72% de los usuarios usan para ello internet, 53%
televisión, 37% radio, 25% periódicos y 25% revistas. Aunado a este fenómeno
destaca la convivencia de medios donde internet se ha convertido en una
actividad complementaria y simultánea que se realiza mientras se ejecuta alguna
otra actividad. El acceso a las redes sociales (91%) es la actividad más
realizada en internet y el 42% de los usuarios confían altamente en la
información que en ella se distribuye. El porcentaje más alto de no usuarios en
México se encuentra en el rango de los 40 a los 53 años (30%) y le siguen de
los 54 a 70 años (25%); el 50% de los no
usuarios están en el nivel socioeconómico D+ y 31% en el D; 65% son mujeres.
Sin
lugar a dudas, derivado de este incremento sostenido en el uso de las TIC´s se pueden extraer múltiples
reflexiones vinculadas con un cambio general en: el incremento sostenido de
usuarios y equipamiento en el hogar; el uso y apropiación del Internet por públicos juveniles; los nuevos niveles de
confianza y hábitos de consumo; la migración del consumo de los medios tradicionales a los digitales; la transformación de los
dispositivos de acceso; el mayor incremento en el equipamiento informático, digital, móvil, mediático y de
entretenimiento; los nuevos escenarios de uso y consumo; la mayor gestión
independiente y personalizada; la modificación en las prioridades,
expectativas, posibilidades; la antigüedad de uso, frecuencia, volumen de
consumo, niveles de intensidad de conexión, tipo de contenidos consumidos y
familiaridad con los medios e hipermedios.
Como se
puede ver, el desarrollo de la
sociedad del conocimiento y la mediatización de la cultura, exige un amplio dominio e instrucción
tecnológica de la población. Ante ello, se puede identificar que hay una
transformación de las audiencias, particularmente son los más jóvenes quienes están pasando
del consumo de medios a una apropiación simbólica y existencial de los medios y sus
contenidos. Hoy se habla de usuarios tecnológicos para los cuales los medios
juegan un rol fundamental en sus vidas, lo que los lleva a tener un mayor
compromiso, pasión y dominio profundo de los nuevos medios. Estos jóvenes han
encontrado nuevos canales de comunicación, estableciendo una relación
diferenciada con la publicidad y los más nuevos dispositivos tecnológicos.
Sin duda, dicha relación de interacción y socialización a través y con los medios, iniciada a muy
temprana edad puede llegar a impactar en la configuración de la identidad.
Consumo
mediático y construcción de la identidad
Identidad juvenil y cultura popular son dos estadios simbólicos que convergen en
el espacio mediático actual. Como señala Roger Silverstone (2004) , desde los
medios el mundo se significa. Desde los medios las personas se definen, se
construyen, se entienden y adjudican la pertenencia. Consumir es una forma de construcción de personalidades
e individualidades. Somos lo que
consumimos y representamos lo que mediáticamente recibimos. Es en esa
dialéctica relación medios-cultura-identidad donde hoy se configura la personalidad de los jóvenes. En esas tribus de nicho, producto del Long Tail cultural es donde se puede dar cuenta de los
nuevos comportamientos, usos, apropiaciones y relaciones de consumo.
Así los jóvenes han integrado en sus
prácticas cotidianas aquellos medios que les convienen, interesan y gratifican;
mismos que les fomentan un sentido de pertenencia, promueven compañerismo y les
facilitan interacciones personales; así como aquellos que les permiten adquirir
nuevas percepciones sobre sí mismos y los demás, construir un sentido de
identidad, experimentar
liberación emocional, escapar de la realidad y relajarse (Morduchowicz, 2008).
Como en su momento señaló James Curran (1988) , los medios son
un laboratorio para la construcción de identidad. Desde los medios
se puede ver cómo se reconfigura la cultura; desde las identidades se puede dar cuenta de los nuevos significados
sociales y el capital simbólico que se emplea como moneda de cambio.
Ente los
medios y los nuevos medios migra la cultura como una entidad dinámica que
interactúa con los consumidores individuales y los otros operando cambios
significativos en todas las dimensiones de la vida (Jenkins,
2008) .
Los jóvenes que ordenan su vida en relación a dichos procesos de convergencia
cultural y mediática no están fuera del nuevo contrato
social. Hoy desde los videojuegos viven la experiencia de una historia contada
en forma no lineal; desde un celular organizan su vida; desde la red expanden
sus modos de socialización. Los medios como punto de referencia, llevan a enfocar la
atención en esas nuevas formas de adopción y uso de los canales de información
y comunicación entre los jóvenes.
Como bien señala Roxana Morduchowicz los medios más que marginar a los chicos, han
mostrado ser soportes para su sociabilidad; por ellos y con ellos
hablan de lo que ven y escuchan; a través de ellos escuchan y recomiendan.
“Para ser uno mismo entre los otros, hay que ser y hacer como los otros” (Morduchowickz,
2008, p. 120) .
El mismo Mark Penn (Penn & Zalesne,
2009) da cuenta de cómo
los más entusiasta usuarios de la tecnología son también los jóvenes que buscan
ser los más sociables. Ello reforzado por el énfasis puesto en la conectividad que permite estar siempre en línea y romper
con el uso individualista de la tecnología. La tendencia a pensar que la
tecnología aísla a las personas se diluye poco a poco. Basta ver los más de 1,230
millones de usuarios que tienen Facebook, que “contagian”
entusiasmos, extroversión y “energía socializadora” a otros para convertirlos
en usuarios y consumidores digitales de dispositivos móviles e inalámbricos. Tal como afirman Don Tapscott y Anthony Williams (2007) la tecnología
está siendo empleada por los jóvenes como un pegamento social.
En ese escenario de negociación de
identidad, la tecnología
está ocupando un lugar fundamental en el modo de enfocar la manera de entender
el entretenimiento y el ocio; así como en la configuración de nuevas prácticas
comunicativas, planeación de
actividades (Tubella,
Tabernero, & Dwyer, 2008) y de
participación social a distancia y en modalidad mediatizada.
Aunada a
esta tendencia de los medios como punto de encuentro y diálogo aparecen nuevos
fenómenos como las geeks fatales; es decir, chicas
altamente consumidoras de tecnología que representan el 57% del mercado de
consumidoras de tecnología y que en 2006 adquirieron productos tecnológicos por
más de $90 billones de dólares. De acuerdo al informe presentado por The Consumer Electronics Association, las mujeres
prefieren más que los hombres los teléfonos celulares, cámaras digitales, radios
satelitales y grabadoras de DVD (Penn &
Zalesne, 2009) .
El E-strogeno fluye entre el e-commerce y los dispositivos electrónicos y no es gratuito pues el mayor uso que hacen
es para comunicarse. Así pues, no quieren saber cuántos pixeles registra una
imagen sino cómo la tecnología encaja en su vida; por ello, buscan los gadgets más ligeros, durables y efectivos; teclados
que no rompan uñas, audífonos que no estropeen el maquillaje, celulares que
brillen en la oscuridad y sean fácilmente localizables en la bolsa,
dispositivos altamente acoplados a la moda.
Una
tendencia similar puede verse en el estudio Hábitos
de consumo mediático y entretenimiento
en los jóvenes mexicanos (Hidalgo
Toledo, 2008) los medios más usados por las
mujeres fueron internet (20.9% vs 22.5% en hombres); teléfonos
celulares (17.9% vs 13.6% en hombres); televisión
abierta (13.5% vs 17.1% en hombres); televisión de
paga (13.5% vs 12.6% en hombres); radio (9.52% vs 8.71% en hombres); iPod (6.92% vs 7.02% en hombres); cine (5.01% vs. 5.09% en hombres); y revistas (3.83% vs 2.47% en hombres)
Nuevas dinámicas y formas de
integración, socialización derivan de la convergencia entre viejos y
nuevos medios. Sin embargo, sobresalen algunas manifestaciones ya derivadas de
este cambio: 1) la necesidad de que los dispositivos les permitan comunicarse
con los otros y ampliar sus canales de expresión; 2) los medios como forma de
integración y pertenencia a causas movimientos y actividades que difícilmente
podrían practicar en su cuadra, escuela o barrio; 3) los medios como forma de
descubrir, mostrar y explayar la identidad; 4) los medios en
sí como tema y motivo de conversación; 5) la inclusión social como una
expansión de los nichos de consumo más que como una forma de equidad social; 6)
la diferenciación como una actividad de socialización.
La identidad en sí es una forma de diálogo social. Ante
ello ¿quién es el nuevo interlocutor?, ¿qué es lo que nos quieren compartir las
nuevas generaciones?, ¿alcanzan ellos
mismos a construir su propia definición?
Si los medios no se desplazan sino que
se integran, ¿de qué forma se han integrado a la vida de los jóvenes y de qué
forma nos hemos integrado nosotros a ello(s)?
Hoy los mercados tecnológicos se
definen por género, edad, raza, región. Las mujeres, como los jóvenes se ubican
en la punta de la curva de los early
adopters. Su condición de
usuarios masivos define, moldea y construye tendencias. En su momento la
industria del cigarro moldeó un estereotipo mediático de la mujer (fatal) y el joven (rebelde); hoy
por lo visto, lo hace un iPod o una Netbook multicolor.
Hoy
ante la multiplicidad de medios y nuevas plataformas hipermediales y tras el
fenómeno de fragmentación de audiencias que se vive en el
interior de la industria mediática, se hace notorio conocer, por un lado,
los usos, consumos y apropiaciones de tecnologías de información y comunicación; y por otro, los intereses,
necesidades, deseos y percepciones de las audiencias para dar cuenta, con todo
ello, las vías que tienen las personas para proyectar su yo en el mundo hipermedial.
Los
medios e hipermedios han tenido que adaptarse a la exigencia de un
público más complejo, selectivo y exigente que encuentra más formas de evitar
los contenidos publicitarios o que demanda formas novedosas de tomar el control
y dejar de lado la experiencia pasiva, unidireccional y poco interactiva.
Los
medios han dejado de ser pequeñas empresas para
convertirse en los sectores industriales que mayor beneficio económico y empleo
generan en algunos países. Han pasado a ser uno de los principales bienes de
socialización de la sociedad moderna. Sus recursos
simbólicos y el capital experiencial que generan, promueve actitudes y formas de
conducta que aportan valor (positivo y negativo) a la sociedad.
Por
tanto, ¿quiénes son los receptores de medios e hipermedios en México? ¿Qué tanto se conocen los hábitos y
motivaciones mediáticas de dichos usuarios? ¿A qué tipo de contenidos están
expuestos? ¿En qué forma han cambiado los usos, consumos y apropiaciones de medios en la población juvenil con la
incursión de las tecnologías de información? ¿Qué uso hacen de las experiencias
mediáticas los consumidores?
Niños
y jóvenes constituyen el epicentro de la cultura del consumo y del consumo mediático de México y la mayor parte del mundo.
Capitalizar su atención y sus opiniones es parte de la estrategia de los
artífices de la cultura (Schor, 2006) .
Este segmento poblacional se ha convertido en un eslabón entre los contenidos
mediáticos y sus familias. Su mundo social se construye desde la dimensión del
consumo; la agenda de su día a día se empieza a definir desde los medios con
los que se relacionan e involucran. Su identidad es moldeada en gran medida por la forma como
socializan sus experiencias mediáticas.
¿Qué uso hacen de las
experiencias mediáticas los
consumidores? Es
un hecho, como señala Sonia Livingstone (1990)
que las interacciones parasociales en las que están inmersos los usuarios de
los medios e hipermedios no se
dan como identificaciones pasivas sino como si estuvieran relacionándose con
situaciones, voces y actores reales entremezclando lo experimentado con su
propia historia.
Los medios se han convertido en un laboratorio para la
construcción de identidad. La identidad de las personas y su personalidad son producto de la interacción de su historia
particular; su ambiente social y cultural; sus experiencias y encuentros
personales; y su interacción mediática e hipermediática. Roger Silverstone en su texto ¿Por qué estudiar los medios? (2004) deja ver cómo
hoy los medios están en el centro de la experiencia y en el corazón de nuestra
capacidad o incapacidad para encontrarle un sentido al mundo en que vivimos. No
sólo son el pasatiempo más importante sino el más significativo en la vida de las
personas. Su importancia permea las esferas económicas, sociales y culturales.
La
identidad de las personas y su personalidad son producto de la interacción de su historia
particular; su ambiente social y cultural; sus experiencias y encuentros
personales; y su interacción mediática e hipermediática (Livingstone,
Holden, & Bovill, 1999).
¿Por
qué esta búsqueda en particular? Como se señaló anteriormente, a lo largo de
las investigaciones sobre consumo de medios se ha visto: 1) que hoy las jóvenes audiencias
pasan más tiempo consumiendo medios de comunicación que en la escuela o
conviviendo con la familias (Silverstone,
1994) ;
2) que los medios se han constituido en el pasatiempo más significativo del
tiempo libre de niños y adolescentes (Watkins, 2009) ; 3) que los medios son el
principal recurso contemporáneo de expresión y comunicación cultural (Buckingham, 2005) ; 4) que quien
desea participar activamente en la vida pública usa los medios e hipermedios para amplificar su impacto de modo rápido y
profundo en la cultura (Umaschi Bers, 2008) ; 5)
que los medios están sustituyendo el liderazgo moral que tenía instituciones como la familia, la
iglesia y la escuela (Schor, 2006) ;
6) que los medios están cobrando una posición de omnipresencia y son
inevitables en los procesos de comunicación, interacción y socialización entre niños y adolescentes (David, 1999) ; 7)
que los medios impregnan texturas y rutinas de la vida cotidiana y la cultura (Poniewozik, 2005) ; 8)
que proporcionan recursos simbólicos usados para distinguir e interpretar
relaciones y definir identidades (Buckingham, 2008) ; 9) que los
medios están en el centro de la experiencia y en el corazón de nuestra
capacidad e incapacidad para encontrarle un sentido al mundo en que vivimos (Silverstone,
2004) ;
y 10) que muchos medios promueven actitudes o formas de conducta indeseables de
tipo violentas, sexistas y racistas estableciendo discursos empáticos con las
jóvenes audiencias (Daniels, 2008) ; 11)
los jóvenes se han hecho visibles a través de los medios, sus representaciones,
prácticas y estéticas. El espacio social
juvenil[13] (Urteaga Castro-Pozo,
2010) , se construye en el siglo XXI en gran
medida desde el espacio mediático.
Los
estudios sobre consumo de medios y niños y jóvenes han sido abordados desde:
los derechos de los niños y los jóvenes, la violencia mediática, las
identidades juveniles, la cultura de los fans, el empoderamiento mediático, la educación para los medios, las nuevas audiencias y las audiencias digitales y la alfabetización
digital y las multiconvergencias mediáticas. Esta en
particular, pretende entender el entre cruce entre consumo cultural, consumo de medios y cultura juvenil. Ya que es en esa convergencia donde
se da la configuración de la identidad (Ilustración 8).
Fuente:
Elaboración propia basada en Gómez Vargas, 2008
A
diferencia de los estudios anteriores, en los de hipermediatización
de la cultura juvenil se pretenden estudiar las prácticas, expresiones y
producciones de sentido desde lo urbano, lo mediático e hipermediatico y la
corporeidad en el terreno de lo hipermedial.
La
nueva geopolítica de la información
“La vida en res es la nueva forma de conectar sociedades, de
informarse y mantenerse actualizado en un contexto evolutivo.
Además, es una herramienta de trabajo que simplifica
procesos y genera cultura,
no obstante quita tiempo de interacción entre las personas”.
(SID87, México DF,
México)
La vida no sólo se ha hipermediatizado
y se han transformado en gran medida las actividades sociales y culturales. Las
personas dependen de los procesos, lógicas, caracterizaciones y articulaciones
que se generan desde los medios.
Como instituciones semi-independientes
se han redistribuido por todo el planeta; la globalización, la apertura de los
mercados, la desregulación de las telecomunicaciones, la integración en todos
los sectores, les ha llevado a reconfigurar el mapa, la geopolítica con la cual
se producía, distribuía y comercializaba la información.
Hoy los medios e hipermedios
establecieron una nueva cartografía informativa que rompe con la lógica
Norte-Sur; Arriba-Abajo- Este-Oeste, Centro-Periferia.
La horizontalización y democratización
de las herramientas de producción y de los agregadores de contenido, así como
el acercamiento de la oferta y la demanda mediante la eliminación de muchos
intermediarios están en el corazón de la nueva economía digital.
Una economía híbrida que tiene puentes
en lo físico pero también en la articulación de bases de datos.
Los medios e hipermedios fungen en ese sentido como ventanas, pantallas
de exposición que se engranan entre sí. Se volvieron protocolos asociados entre
gobiernos, empresas, sistemas militares y de inteligencia financiera.
Los medios terminaron articulando diversas esferas que
operaban en contextos, situaciones y mercados totalmente independientes.
En esta lógica los medios se
convirtieron en la fuente dominante de información y construcción de
experiencias; son una fuerte industria que influye en la construcción de
agendas, imaginarios, narrativas, virtualizaciones, redes, sistemas de comunicación,
prácticas culturales y habitus que son permanentemente monitoreados.
Las redes que interconectan a medios e
hipermedios, también conectan bases de datos, estilos de vida y personas entre
sí.
El proceso de mediatización nos ha
vuelto más interdependientes y vulnerables. El nuevo horizonte es el de un
ambiente hipermediatizado, convergente, expansivo, focalizado, global,
acelerado e hipercomplejo.
El contexto que deriva de esta nueva
cartografía en la que poco a poco se han ido virtualizando las interacciones,
participaciones, actividades, negociaciones y resignificaciones, es un
escenario en el que pareciera que las políticas públicas no contemplan estas
afectaciones y reorganizaciones sociales que no son exclusivas de unos cuantos.
Los medios al mediatizar la cultura y la sociedad
terminaron por hacer del mundo un territorio común de significación en el que
hoy los individuos están hospedando no sólo su vida, sino también al ser.
El Capitalismo hip y la Hipermodernidad
“La vida en red es útil y práctico para mantenerse informado
al minuto,
para vislumbrar que hay más allá de la puerta de la casa,
de nuestra ciudad, país o continente...
pero también que tiene limitantes de interacción y contacto
humano
(quiero ver que red social van a inventar que te de un
abrazo,
te apapache o te haga cosquillas)...
definitivamente la vida en la red es, para mí, una app de la
vida real. (Sic)
(SID103, Oaxaca,
Oaxaca, México)
La primera modernidad mediatizó la ideología, la política y esto se
materializó en los medios, la tecnología, la economía, la cultura y el consumo; en la modernidad
tardía se pasó del capitalismo productivo a la
economía de consumo y la comunicación de masas, de la sociedad rigorista a la
sociedad-moda; en la tercera
modernidad se vivió fiebre del presente, del aquí y
ahora.
En la posmodernidad se emancipó el individuo, se acabaron las
utopías, la vida se empapó de frivolidad, ansiedad, euforia, vulnerabilidad y
divertimento.
La hipermodernidad colocó al individuo en perspectiva global; las
prácticas sociales se tornaron inmediatas, excesivas, exageradas, desmesuradas,
extralimitadas, hiperrealistas, hiperbólicas, transfronterizas.
Hoy se viven en un continuum entre lo global y lo local, en una convivencia entre las
condiciones protomodernas y las hipermodernas; la vida oscila
entre las estructuras agrícolas, industriales, postindustriales e
informaciones.
Tiempo espacio se contraen, la rápida difusión
de las ideas, bienes, informaciones y capitales permite la actuación a
distancia. La interconexión global está confrontando a los gobiernos, las corporaciones,
los colectivos y a los ciudadanos generando multibrechas.
La transformación histórica de la
racionalidad productiva ha mutado y hemos llegado a la era de los
flujos intangibles.
El Estado-Nación se encuentra en
condición de fragilidad ante esta nueva geopolítica de la información en que
los mercados se fragmentan y globalizan.
La incorporación de las tecnologías de
información y comunicación en los procesos de mediatización de la sociedad y la
cultura ha provocado la aparición excesiva de soportes, interfaces y nuevos
medios para la consolidación del consumo.
Así tenemos un nuevo orden mundial
mediático que liberalizó la economía de la información.
Estamos en un centro comercial de orden global que impulsa el hiperconsumo hiperindividualizado.
El sujeto es arrasado por una avalancha
de mercantilización, desinstitucionalización y desregulación del mercado que se
impone. La profusión de bienes, mercancías y medios saturó el planeta de
productos, marcas y servicios.
Desmesura, espectacularización,
aglomeración y consumo lo abarcan todo. Los medios a su vez lo engranan y agrandan todo;
maximizan la esfera del consumo.
La racionalidad en la hipermodernidad
es la de la acumulación y la rentabilidad en tiempo presente. Los metarrelatos
se están desmoronando y por ende, las mentalidades se están remodelado
constantemente. Los tiempos sociales, los esquemas de producción, los flujos de
dinero, mercancía, trabajo y tecnología circulan por los terrenos de la
búsqueda de sentido.
Ahora nos encontramos en la era del fin
de los tiempos muertos, del capitalismo en
el que se comercializan los instantes, las acciones, las interacciones físicas
y simbólicas de las personas. Nos encontramos en un momento histórico en que el
capitalismo centró su atención en el ocio y el entretenimiento.
En esta fase de la Sociedad de la
Información donde las mentes e inteligencias se encuentran
interconectadas, las interacciones y prácticas humanas se realizan con gran
intensidad. La dimensión económica, laboral, comercial, cultural y social se
están convirtiendo en flujos de información, manifestaciones deslocalizadas que
convergen en una nueva arena pública.
La globalización deconstruyó la
geografía, convirtió al sujeto en nómadas en hiperconexión, beduinos
recorriendo el desierto hipermedial.
El espacio público extraterritorial e
hipermediatizado ha resignificado la existencia. La materialidad simbólica de
la vida mediatizada es la de la sustancia ingrávida, efímera, volátil,
temporal, precaria, atractiva, seductora, obsesiva, desordenada, caótica e
hiperindividual.
La condición hipermoderna que impulsa
el Capitalismo hip es
la de lo inmediato, lo simultáneo, lo rápido, lo urgente.
Los comportamientos anárquicos, el
culto al cuerpo, la obsesión por el higiene, la salud, el hiperbienestar y la
ausencia de dolor ha llevado a las personas a conductas desordenadas,
desequilibradas, caóticas.
Existe una tentación sistemática por la
vida colectiva aún cuando el individuo vive inmerso en su propia solitud.
Estamos ante la democratización de las
tecnologías del bienestar, los mercados de la calidad, la erotización de la
imagen, la estilización de los goces y la felicidad. La vida en red es una vida
que busca extender los sentidos.
Los tiempos hipermodernos son los del
consumismo experiencial, los que
transformaron la memoria en un espectáculo de entretenimiento que puede ser
contemplado en tiempo real en la vida mediatizada.
Ahora las personas se han encerrado en
sí mismas, buscan la satisfacción inmediata, la gratificación permanente. La
compulsión de sus acciones es la que renueva todos los simulacros y exorciza lo
volátil.
La explosión de identidades responde en
parte a ese hiperconsumo experiencias en que emociones, recuerdos, nostalgias,
momentos, épocas y personalidades se vuelven parte de los objetos de consumo.
La crisis del hombre está en la crisis
de los significados. He ahí donde surge este Homo signis digitalis; sujeto en permanente búsqueda y construcción
de sentido en el ciberespacio.
La
economía del panóptico
“La vida en red es…
Opciones: como nunca antes es posible comparar, descubrir,
saber.
Y posibilidades: de aprender, compartir, ver distintos
puntos de vista”.
(SID96, Barcelona,
España)
Al narrar el individuo su existencia en y con
los medios, entra en la esfera pública, se vuelve observable; coloca su vida
ante los demás, y se vuelve parte de toda esa información viviente que circula
en el ciberespacio.
La economía del panóptico, es la de los
datos personales mediatizados que
hacemos visibles en cada click, en
cada zapping, en cada llamada, en
cada retiro de dinero en el cajero electrónico, en cada compra en el supermercado.
Los medios e hipermedios se han vuelto cazadores de toda
información; registran, almacenan, procesan, discriminan, segmentan e
intercambian data con más dispositivos dispuestos para extender nuestros
“gustos”, “preferencias”, “decisiones” y recuerdos y así crearnos un mundo tan
familiar como para quererlo hacer nuestro. Los hipermedios se han vuelto sofisticados y poderosos
repositorios de la vida mediatizada.
La incorporación de ellos en nuestro
día a día y la intensidad de nuestra inmersión es lo que está creando de cada
experiencia narrativa y comportamientos en línea, estilos de vida, sistemas
culturales automatizados, naturalezas sígnicas colaborativas, ecosistemas
perceptivos que aprenden de cada uno de nuestros movimientos, pensamientos e
imágenes.
Toda esa data que circula con nuestro nombre y apellido nos convirtió en
disciplinados mecanismos, sofisticados sistemas de información. Los medios, soporte estructural
del acelerado sistema económico mundial, amplificaron los mercados, las
audiencias, la geopolítica de la información.
Hoy la hiperconexión de la que son
sujetas las bases de datos, permiten que registren todos nuestros movimientos y
deseos.
El régimen discursivo de nuestras i-dentidades
hipermediales hipermediatizadas y nuestra manía por la interactividad, hizo del mundo un
espectáculo, un escenario en el que la vida se hace palpable, un acto
participativo monitoreado por los otros y por nosotros mismos.
La vida digital son interconexiones amigables, hipervínculos a
los recuerdos, amistades, compras y aficiones. La convergencia universal de
todas las tecnologías y aspectos de la vida diaria en toda clase de pantallas,
accesorios o artefactos, volvió a las personas en datos omnipresentes, códigos
que subsidian todo catálogo comercial.
Nos volvieron el ADN de los sistemas
integrados, de las bases de datos relacionales. Ahora somos nodos, enlaces,
referencia cruzada, hipervínculos que alimentan a los sistemas comunicaciones
de última generación.
Sistemas inteligentes, objetos
inteligentes, hogares inteligentes, accesorios inteligentes, corporaciones
inteligentes se articulan en el mismo ecosistema, un ambiente en el que la
información tienen tanta vida como sus actantes.
Subjetividad e intersubjetividad en
esos sistemas integrados, conectados, hipermediatizados requieren repensarse
para ubicar nuestro lugar en un mundo donde la existencia adquiere significado
en cada proceso de decodificación.
La diagonal generacional y la transformación estructural de
las generaciones mediatizadas
“Los hipermedios le aportaron a mi vida reencontrarme con
amigos que ya creía perdidos.
Hoy mantengo comunicación con verdaderos amigos tan alejados
pero bien cerca como el Medio Oriente y Europa”.
(SID108, Teacapán,
Sinaloa, México)
En esta nueva ecología de medios, niños
y jóvenes son quienes más han establecido vínculos profundos con los medios.
Los diversos estudios han demostrado que hay una fuerte relación entre edad y
consumo; es decir, entre más
jóvenes son los usuarios, más compromisos establecen con los medios.
Las jóvenes audiencias, como receptores
de contenidos han establecido puentes de significación con los medios ya que en
ellos tienen la posibilidad de compartir referentes culturales, construir
comunidades de significación con las cuales comparten sus gustos y aficiones.
Los medios suelen acompañarlos a lo largo de todo su
desarrollo, muchos nacieron y crecieron acompañados de medios como la
televisión, la radio y los videojuegos.
Mientras generaciones pasadas tuvieron como nana a la televisión y
compañera permanente a la radio; hoy las más jóvenes generaciones tuvieron como
nana a internet y a los ipods y los videojuegos como compañeros. Es decir, pasaron del consumo familiar o en compañía y pasivo a una
apropiación más individual y activa.
Los medios en cada generación y usuario cumplen funciones
que van desde lo instrumental, lo ritual y lo simbólico.
Los medios permiten que el adolescente planee sus
rutinas, se entretenga, se relaje, se evada de sus preocupaciones y
obligaciones.
Desde los medios establece afinidad con
personajes e historias; mantienen un cierto sentido de integración social y pertenencia. Con el apoyo de los medios
busca suspirar su soledad, elevar su espíritu y sentirse acompañado.
Los vínculos con los medios dependen en
gran media de la distancia, disposición de consumo, condiciones de
vida, importancia y relevancia concedida a los contenidos, grado de
identificación con las historias y los personajes, grado de satisfacción con la
propia vida, la actividad social e interacción interpersonal.
Con la aparición de los hipermedios las
audiencias dejaron de ser concebidas como masas homogéneas, hoy son
comunidades, colectivos sociales unidos y leales a intereses, inquietudes y
motivaciones comunes.
Es en esas comunidades de significación
que buscan orientación, quieren saber cómo piensan los otros, si los demás
comparten sus ideas, qué tanto se comprometen los demás.
Los medios son la fuente más grande de acompañamiento en
la comprensión de sus problemas sustituyendo a instituciones tradicionales como
la familia, la escuela o la iglesia.
En esta vida hipermediatizada, los
medios permiten descubrir, conocer, profundizar y adoptar estilos de vida;
evadirse de sus presiones, escapar de la rutina y reducir tensiones.
Por ello, se han logrado ubicar como un
laboratorio de sus identidades, así como en el pasatiempo que mejor les ayuda
relajarse, conocer gente nueva y entablar conversaciones.
En, con y desde los medios las audiencias aprendieron a dibujar sus
emociones, implicarse en la vida íntima de los demás y a construir su
identidad.
Desde la década de los cincuenta,
particularmente, las audiencias juveniles crecieron gracias al auge de los
medios adolescentes (Teen media); fue
tal la fuerza que adquirieron dichos medios que terminaron afectando
estructuralmente las relaciones interpersonales, la vinculación con todos los
miembros de la familia, la imagen que tenían de ellos mismos; temas que
exponían la fragilidad de las instituciones, incluyendo la familiar, como el
divorcio, las relaciones prematrimoniales, infidelidad, adicciones, suicidio,
aborto, eutanasia, se fueron incorporando en las agendas mediáticas y por ende,
en las conversaciones adolescentes.
Las narraciones mediáticas, en un
principio eran generadas por emisores que captando las inquietudes sociales
buscaban proyectar dichos contenidos; con los hipermedios y la aparición de la
figura del prosumidor, fueran las
mismas audiencias las que incorporaron las temáticas en su agenda.
Es decir se paso de la alternarracción
a la autonarración de aquellos mensajes que apelaban a sus motivaciones o
inquietudes.
Los medios fungieron como ventana y vitrina; permitían
ver y ser vistos; se convirtieron en el punto de encuentro de las
interacciones, la exposición, la percepción y la estetización de la vida del
otro y de la propia.
Desde los medios se construyen hábitos,
conversaciones, interpretaciones colectivas, recordaciones, impresiones e
identidades.
Cada generación ha hecho un uso
particular de los medios, algunas más que otras se han implicado con ciertos
medios; no obstante, en ellas han ido identificando muchos aspectos de la vida
que les preocupan.
Así los medios se han convertido en el
territorio común de todas generaciones; el grado de
interacción e involucramiento ha aumentado con la mediatización de la vida y la
incursión de las tecnologías de información en la economía, cultura, sociedad y
políticas.
Las generaciones evolucionan; sin embargo, su desarrollo no se
da de modo lineal sino en cortes diagonales, por tanto, en su devenir histórico
se entrecruzan con otras generaciones.
Dicha interacción es la que reduce o
amplifica brechas, diálogos o articulaciones. Algunas rompen entre ellas y se
desvinculan, otras logran unificar representaciones, establecer estrategias
conjuntas y solidaridades simbólicas.
Las generaciones ofertan comunidades de significación y
sentimiento de vida, remitiendo constantemente a condiciones sociales y
simbólicas comunes. Los medios e hipermedios han permitido nuevas formas de
sociabilidad, percepción y sensibilidad reorganizando la realidad cultural y
social con implicaciones intergeneracionales ya que el espacio doméstico, público
y privado se entrelaza a través de los medios.
Así tenemos un acceso diversificado con
gran afinidad hacia la exploración multimedial. Es el capital simbólico que se
genera en el escenario mediático el que entrelaza a todos los actores,
genealogías, subculturas y culturas juveniles.
Conclusión:
El consumo cultural y las constelaciones
mediáticas
“La vida en red es enterarme de en que andan mis amigos y
conocidos y compartir
(curiosamente el auto corrector puso "competir")
con ellos parte de lo que pasa en mi vida.
Pasatiempo también y actualizarme de las tendencias
actuales”.
(Huixquilucan, Estado
de México, México).
El consumo es un ciclo metabólico; es la lógica
narrativa del capitalismo; es la subestructura sobre la que se soportan los
estilos de vida, los modelos de producción, almacenamiento, distribución y
desecho en la hipermodernidad. El consumo es una etapa más del capitalismo, de
la industrialización, de la sociedad de la información, de la vida
hipermediatizada.
El
consumo pareciera la condición existencial y el
fundamento de las relaciones humanas. Cada individuo construye, desde el
consumo, un propio relato, un discurso, una expresión, una estrategia, un
comportamiento y una experiencia existencial. Consumir convierte los deseos, anhelos, percepciones,
disposiciones y motivaciones en una fuerza que coordina las relaciones humanas,
estratifica al individuo y contribuye a la autoidentificación y proyección de identidad de las personas.
El
consumo es deseo, interés, motivación, posesión,
acumulación. El consumo de bienes, productos, medios, servicios y contenidos de
orden simbólico es una forma de establecer una distancia, una aproximación
hacia aquello que al sujeto le da seguridad, confianza, orden, normas y poder
por periodos y ciclos particulares en su vida. En este contexto discontinuo y
fragmentado, el consumo es una variable que permanece y sobre la cual hoy se
integran y estructuran las identidades.
El
consumo se ha vuelto una práctica, una forma de
expresión, un estilo de vida, un camino hacia la inserción social, una vía de
auto y heterorreconocimiento, una ruta de conformación de comunidades de
significación.
Comprar,
adquirir y consumir se han vuelto acciones circulares por excelencia.
Particularmente las diversas generaciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial han
construido un círculo que aspira al perfeccionamiento y al alpinismo interior
pero ajustando su vida a un desarrollo casi lineal. Aunque se dicen partidarios
de “buscar otro mundo posible” se han adaptado a vivir dentro de este; a
adquirir y desechar. El consumo se ha vuelto una pulsión repetitiva, una
representación cuyas estrategias de apropiación y desplazamiento son loops, secuencias cíclicas adscritas a
categorías simbólicas que van cambiando según la oferta y la exposición
mercadológica. El consumo nos ha vuelto sujetos en loops que agudizan sus contradicciones en cada nueva constelación
de signos culturales que establecen.
Tiempo,
espacios, prácticas, hábitos, representaciones, opiniones, gustos, valores,
actitudes y comportamientos son escenarios privados y colectivos en que lo
intersubjetivo, lo subjetivo y lo social convergen y se integran al ritual del
consumo. Lo real, lo virtual
y lo imaginario se organizan en ese territorio fragmentado.
Instituciones,
grupos, personas y cuerpos son dimensiones, espacios, patrones y territorios en
los que el consumo se hace presente... visible. Todos ellos son
puertas de acceso y vitrinas de exhibición de bienes físicos y simbólicos. Como
discurso práctico y estético, el consumo es material significante, espacio
propio que busca autonomía y diferenciación.
Cultura,
moda, estilos de vida, rituales colectivos, recursos de visibilidad son
expresiones semánticas de un territorio que busca cargarse de sentidos y ser en
sí mismo un significante para cada individuo.
Existe
pues una biopolítica y una tecnoantropología del consumo como forma de mediación y estructuración
social. La lógica del capital, las industrias culturales y las interpelaciones culturales son el texto,
contexto y mercado en el que subjetividades y afectividades reorganizan la
política, la economía y la cultura en el mundo.
Un
nuevo sujeto ha surgido producto de este fraccionamiento articulado del mundo y
reordeando por la búsqueda de diferenciación y deseo por participar en los
espacios públicos globales en los que se hace evidente la distinción entre lo
propio y lo ajeno. En ese territorio cada individuo ha tendido una estrategia
para confrontar lo público y lo privado. En el siglo XXI la ciudadanía, como lo
afirma García Canclini (1995) , se construye
en comunidades interpretativas de consumidores; comunidades imaginarias con
afinidades que no son otra cosa que representaciones de la identidad.
Ante
los procesos de hipermediatización de la vida y la cultura hoy estamos ante una
generación de públicos que a su vez son productores, consumidores, emisores y
destinatarios. En esta condición de prosumidores
los consumos culturales se han vuelto el consumo de bienes simbólicos. Medios e hipermedios se
han vuelto los contenedores naturales de este nuevo capital circulante. En
ellos, las mismas identidades resuenan como derivadas del consumo, las
prácticas y la apropiación de estos bienes.
El
mundo se ha vuelto cada vez más abierto, acelerado, desbordado, fracturado,
glocalizado y en movimiento. En él, la industrialización, las nuevas
tecnologías, los agrupamientos sociales, las ciudades y los medios son lugares
de encuentro para las representaciones sociales. En este nuevo mundo, las
estrategias comerciales, corporativas e identitarias fluyen y confluyen.
Producir, intercambiar, compartir y consumir significados son el eje de la
acción comunicativa y participativa de la hipermodernidad. Consumir por tanto amplifica, reduce, fragmenta,
jerarquiza, marca y territorializa al individuo. Con el consumo el sujeto se suma al contexto en constante
transición.
El
consumo, como toda práctica
hipermediatizada es una forma de leer, conocer y aprender la manera como las
personas orientan, valoran y encuentran respuestas a su existencia los
individuos.
El
consumo es una dimensión altamente relacionada con el
género, la etnia, clase social, estilo de vida, aspectos, disposiciones,
rituales, prácticas y representaciones de cada individuo. El consumo es parte
sustancial de la narrativa que cada sujeto emplea para la construcción de la
biografía personal. Por tanto, el consumo es una articulación compleja y
multidimensional que implica lo cultural, social, económico y político; es
parte de una simbiosis discursiva que abona fuertemente a la construcción de
identidades.
Los
individuos territorializan, vigilan, controlan, fragmentan, restringen, se
vinculan, se mezclan, conviven, socializan, interactúan, participan, construyen
un universo de consumo simbólico. Desde el consumo es posible
entender la intersección del tiempo vivido, el tiempo histórico, la experiencia
generacional, la relación entre el yo
y el cuerpo, la autoimagen, el cambio social, el impacto mediático, la
formación de identidad, los valores culturales, los juicios estéticos, los
marcos de referencia, las perspectivas valorativas y las prácticas cotidianas
de cada persona. El consumo nos define y son los medios los que
instrumentalizan el consumo.
Gusto,
sensibilidad, belleza, estilo son imperativos marcados por la relación
objeto-simbolo-identidad-comunicación-construcción de la realidad. Ser en el mundo y estar en el mundo convergen con el consumir en el mundo.
Los
medios, como simulación
dramatizada de la identidad y la existencia son el hábitat simbólico de las conexiones públicas y
domésticas que establecemos desde el consumo. Los medios son la
forma expresiva y amplificadora de los deseos, las pasiones, la seducción, el
éxtasis del yo y del otro; son el ritual, la interpretación,
la textura y el espejo. La producción, circulación y consumo de la
significación de la vida social se hace desde ellos.
El
consumo como sistema de relación simbólico-social
establecido entre el objeto y el sujeto fluye entre los procesos de mediación. La acción emocional, la discriminación, la
domesticación, socialización y significación pasan por este proceso. El
consumo, por tanto, es un mapa de significados desde el cual se está
reorganizando la cultura. Codificación y decodificación (Hall, 2004) pasan por
este tamiz. El consumo lo abarca todo, se ha engranado con la misma realidad.
La
vida hipermoderna e hipermediatizada se construye en la
satisfacción inmediata, en la gratificación que produce comprar, tener, poseer
y llenar el vacío del presente y el futuro. La compulsión actual se da en el
presente absoluto y perpetuo del hombre que vive en el aquí y ahora, del que
renueva su compulsión en el simulacro, en lo volátil.
La fragilidad del hombre actual está en
la del que compra y vende recuerdos, emociones, imágenes, sentimientos que le
evoquen el pasado y a objetos que enmarquen momentos y épocas en las que se
sintió feliz. El valor de uso y de cambio es un valor
emocional-rememorativo. Valores estéticos, emocionales, lúdicos se anclan al
consumo, a esta lógica
secular del individuo.
Interpretar
al mundo y valorar al mundo pendulea en esta paradoja; en esa necesidad de
llenar la propia vida de todo cuanto sea posible para darle sentido.
El
consumo como construcción de sentido, como significación
y lenguaje nos ha colocado en un discurso ordenado y seductor, en un acto
sistemático de manipulación de signos, en un escenario de representación,
simulación y espectacularización de uno mismo, del otro y de lo social.
Apropiarse
de los bienes de consumo es construir puentes de significación, es una
vía de recuperación del sentido cultural desplazado; es una forma de acercarse
a lo que está fuera del alcance. Adquirir es manipular simbólicamente, es
objetivar, incorporar y transformar. Cuando el individuo consume, construye su
identidad, traza límites, establece mecanismos vinculantes.
La
hipermodernidad nos envolvió en su racionalidad instrumental en que el
signo-mercancía se incrustó en todos los aspectos de la vida. El intercambio
simbólico en el que estamos inmersos, configurado en comunidades de
significación y mediación nos exhibe en una imaginería espectacular semionírica
y exótica.
Hoy somos signos sobrecargados,
mercancías que se negocian, se clasifican y reclasifican.
El Homo
signis digitalis, es parte de ese imaginario, de lo hiperreal, de lo
estético y lo alucinante, de lo artificioso y lo trascendente, de lo corpóreo y
la imagen, de lo temporal, lo poético y el espectáculo.
El Homo
signis digitalis es ilusión y montaje, narrativa, embriaguez, goce, éxtasis
y vértigo. La vida hipermediatizada nos hizo parte de la experiencia simbólica
de la acumulación, la estetización y encantamiento. Los medios nos colocaron en el centro de la ilusión
referencial; en el corazón del sistema simbólico. Somos signo, significante y
significado; un yo mediado, yo mediación y yo mediático
a la vez. Somos un yo ejecutante, medio y espectador.
En el hipermercado cultural somos texto
y contexto; signo e imaginería; simulacro y realidad. El Homo signis digitalis está el corazón de una nueva trama social y
cultural figurativa, sensitiva, experiencias y simbólica en que la vida fluye
entre consumir, desechar y adquirir.
El sujeto se ha descentrado y en los
hipermedios busca multiplicarse, tematizarse, espectaculizarse, convertirse en
objeto de interés para tratar de encontrar sentido a su existencia.
Trabajos citados
Livingstone, S. (1990). Making sense of
television: the psychology of audience interpretation. Oxford, Reino
Unido: Pergamon Press.
Livingstone, S. (2009). On the
mediation of everything: ICA Presidential Address 2008. Journal of
Communication , 59 (1), 1-18.
Livingstone, S., Holden, K., &
Bovill, M. (1999). Children’s Changing Media Environment. Overview of a
European Comparative Study. En C. Von Feilitzen, & U. Carlsson, Children
and Media. Image Education Participation. Yearbook 1999. Gothenburg,
Suecia: Nordicom.
Consejo Nacional de Población.
(2009). Indicadores demográficos básicos 1990-2030. (C. N. Población,
Ed.) Retrieved 2010 йил 3-marzo from
http://www.conapo.gob.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=125&Itemid=203
Consejo Nacional de Población.
(2005). Proyecciones de la Población de México 2000-2050. Distrito
Federal, México: Consejo Nacional de Población, CONAPO.
Luna, P. (2007 йил Septiembre).
Radiografía del consumidor mexicano: Del crédito a la deuda. Merca 2.0
.
López Romo, H. (2006). Distribución
de Niveles Socioeconómicos en el México Urbano. Distrito Federal:
Asociación Mexicana de Agencias de Investigación y Opinión Pública A. C.
López Romo, H. (2008). Nuevo
Índice de Nivel Socioeconómico AMAI. . Congreso AMAI 2008, Asociación
Mexicana de Agencias de Investigación y Opinión Pública A. C., Comité Niveles
Socioeconómicos AMAI, México.
Curran, J. (1988). Repensar la
comunicación de masas. In J. Curran, D. Morley, & V. Walkerdine, Estudios
culturales y comunicación. Análisis, producción y consumo cultural de las
políticas de identidad y el posmodernismo (pp. 187-256). Barcelona,
España: Paidós.
Álvarez Kuri, F., Rodríguez, F.,
Lozano, A., & Bran, D. (2009). Estudio de consumo de medios digitales
en México. Informe de resultados, Millward Brown, Interactive Advertising
Bureau México, Distrito Federal, México.
Buckingham, D. (2005). Educación en
medios: Alfabetización, aprendizaje y cultura contemporánea . Barcelona:
Ediciones Paidós Ibérica, S.A. .
Buckingham, D. (2008). Youth,
Identity, and Digital Media. Cambridge, Massachusetts: MIT Press.
Daniels, J. (2008). Race, civil rights,
and hate speech in the digital era. En A. Everett, Learning Race and
Ethnicity: Youth and Digital Media (págs. 129-155). Cambridge,
Massachusetts, EUA: The MIT Press.
David, P. (1999). Children’s Access to
Media and Media Use. En C. Von Feilitzen, & U. Carlsson, Children and
Media. Image Education Participation. Yearbook 1999 . Gothenburg, Suecia:
Nordicom.
Deuze, M. (2012). MediaLife.
Gran Bretaña: Polity Press.
Estrada, A., & Villegas, A.
(2006). Conexión media data. Distrito Federal, México: Consejo de
investigación en medios.
García Canclini, N. (1995). Consumidores
y ciudadanos: conflictos multiculturales de la globalización. México:
Grijalbo.
Hall, S. (2004). Codificación y
descodificación en el discurso televisivo. Retrieved 2011 йил 22-agosto
from CIC: Cuadernos de información y comunicación:
http://revistas.ucm.es/inf/11357991/articulos/CIYC0404110215A.PDF
Hernes, G. (1978). Det mediavridde
samfunn ("The Media-Twisted Society"). Samtiden , 86
(1), 1-14.
Hidalgo Toledo, J. A. (2008). Hábitos
de Consumo Mediático y Entretenimiento en los Jóvenes Mexicanos. .
Universidad Anáhuac, Facultad de Comunicación. México: Cátedra FISAC-Anáhuac.
Hjarvard, S. (2013). The
mediatization of culture and society. Gran Bretaña: Routledge.
Jenkins, H. (2008). Convergence
culture. Barcelon, España: Paidós.
Jenkins, H. (2008). Convergence
culture: la cultura de la convergencia de los medios de comunicación.
Barcelona, España: Paidós.
Martín Barbero, J. (1987). De los
medios a las mediaciones: comunicación, cultura y hegemonía. México:
Ediciones G. Gili.
Morduchowickz, R. (2008). La
Generación Multimedia: Significados, consumos y prácticas culturales de los
jóvenes. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
Morduchowicz, R. (2008). La
Generación Multimedia: significados, consumos y prácticas de los jóvenes.
Buenos Aires, Argentina: Paidós.
Ochoa, A. L. (2009). Conexión
Media Data. Distrito Federal, México: Consejo de Investigación de Medios.
Pena, C. (2008). Cuando el
destino nos alcance. La tecnología cotidiana. Retrieved 2008 йил 21 -abril
from Consulta Mitofsky:
http://www.consulta.com.mx/interiores/99_pdfs/12_mexicanos_pdf/20071210_NA_DestinoAlcanza_AMAI.pdf
Penn, M. J., & Zalesne, E. K.
(2009). Microtrends: The small forces behind tomorrow's big changes.
Nueva York, Estados Unidos de América: Twelve, Hachette Book Group.
Penn, M., & Zalesne, K. (2009).
Microtrends: the small forces behind tomorrow’s big changes. New York,
EUA: Twelve Hachette Book Group.
Poniewozik, J. (2005). The big fat year
in culture. En R. B. Browne, Profiles of popular culture: a reader
(págs. 376-388). Madison, Wisconsin, EUA: The University of Wisconsin Press.
Rheingold, H. (2004). Multitudes
inteligentes: La próxima revolución social. Barcelona, España: Editorial
Gedisa, S.A.
Scolari, C. (2008). Hipermediaciones.
Elementos para una teoría digital interactiva. Barcelona, España: Gedisa.
Schor, J. (2006). Nacidos para
comprar: los nuevos consumidores infantiles. Barcelona, España: Paidós.
Schulz, W. (2006). Reconstructing
Mediatization as an Analytical Concept. European Journal of Communication
, 19 (1), 87-101.
Silverstone, R. (2004). ¿Por qué
estudiar los medios? Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.
Silverstone, R. (2004). ¿Por qué
estudiar los medios? Buenos Aires, Argentina: Amorrortu editores.
Silverstone, R. (1994). Televisión
y vida cotidiana. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu Editores.
Tubella, I., Tabernero, C., &
Dwyer, V. (2008). Internet y televisión: La guerra de las pantallas.
Barcelona, España: Ariel, Editorial UOC y Generalitat de Catalunya.
Umaschi Bers, M. (2008). Civic
identities, online technologies: from designing civics curriculum to
supporting civic experiences. En W. L. Bennett, Civic Life Online: Learning
How Digital Media Can Engage Youth (págs. 139-160). Cambridge,
Massachusetts, EUA: The MIT Press.
Urteaga Castro-Pozo, M. (2010). Género,
clase y etnia. Los modos de ser joven. En R. Reguillo, Los jóvenes en
México (págs. 15-51). México: Fondo de Cultura Económica, CONACULTA.
Watkins, S. C. (2009). The young
& the digital: What the migration to social-network sites, games, and
anytime, anywhere media means for our futur. Boston, Massachusetts: Beacon
Press.
World Internet Project. (2013). Estudio
2013 de hábitos y percepciones de los mexicanos sobre internet y diversas
tecnologías asociadas. World Internet Proeject, México. México:
Tecnológico de Monterrey, WIP.
*
Jorge Alberto Hidalgo Toledo.
Lic. En Comunicación, Maestro en Humanidades y Doctorando en Comunicación
Aplicada por la Universidad Anáhuac. Presidente del Consejo Nacional para la
Enseñanza e Investigación de las Ciencias de la Comunicación, CONEICC. Titular
de la Cátedra Televisa en Innovación en Contenidos y Titular de la Cátedra
FISAC-Anáhuac en comunicación para la responsabilidad ante el consumo.
Investigador Titular del Centro de Investigación para la Comunicación Aplicada
(CICA), de la Escuela de Comunicación de la Universidad Anáhuac. Director de
Medios de Global Content. Actualmente es Coordinador de la Licenciatura en
Comunicación de la Facultad de Comunicación de la Universidad Anáhuac. Es Coautor del libro: Comunicación Masiva en Hispanoamérica: Cultura y literatura mediática
(2005). jhidalgo@anahuac.mx
[1]
A partir de este momento el lector encontrará la referencia SID como acrónimo
de Sujeto Informante Digital; es decir, las personas que contribuyeron al
estudio cualitativo a través de entrevistas, foros de discusión y sesiones en
línea de metareflexión sobre la condición de vida digital.